1)Una kazmereada…

El departamento de Kazmer es un símbolo. Conocido también como “el aguantadero”, fue testigo de noches de ocio y zozobra, como le gusta decir a Nadime. Nos encanta reunirnos ahí. A Kazmer no le gusta. Dice que es demasiado chico, que es incómodo. A los demás parece no importarnos esto. Si no, no iríamos nunca. Aparte, para qué quiere algo mas grande? El vive solamente con su madre y sus perros.
Curiosamente hay una cierta atracción que se renueva todos los fines de semana, por la que casi siempre vamos a parar ahí. Que será? Es equidistante? Kazmer tiene cosas que no tenemos? Él es muy acogedor??. Cuando deambulamos los fines de semana a la noche por la 25, sin ningún plan y después de haber deliberado por el espacio de 63 minutos sobre que pingo hacer, sentimos en nuestras mentes activarse el microchip implantado: “Modo Kazmer—ACTIVADO”(leer con voz robótica) . Eso es suficiente para que automáticamente nuestros cuerpos hagan todo el recorrido restante y nos instalemos en el departamento. Es inevitable. Las Kazmereadas, como solemos llamarlas, son insuperables. Tal vez las Comadrejeadas, tan recientes últimamente, se le parezcan, pero estas tiene otro sabor.
Como sea, lo más gracioso es cuando Kazmer dota de personalidad a su hogar, y lo hace interactuar con nosotros. “Gracias por venirme!!!”, “Chicos, hace tanto tiempo que no me venían!!”. Hay que aclarar que cuando un objeto habla, se utiliza una conjugación de verbos a la que no estamos acostumbrados los humanos, los dueños. Por ejemplo, si la casa quiere preguntar:”cuando van a volver?”, lo correcto sería que lo haga de la siguiente manera:”cuando van a volverme??”. De lo contrario se denotaría que es una cosa que es muy gaucha para hablar. Llega un punto en que todos los objetos nos hablan: La computadora, que esta depresiva, porque desde que la tuvieron que formatear ya no es la misma; o la video casetera, eterna celosa de la PC, se queja siempre de que ya no la ven, porque subplantamos los Videotapes por los CD truchos de películas que trae la Comadreja.
Siempre que vamos Kazmer tiene Coca. Tiene cosas dulces. Chate se pregunta admirado de cómo aguantan las cosas dulces, sin ser tocadas. Pienso que las cosas dulces en la casa de Kazmer deben sentirse como no deseadas, que no se les presta atención. Como esas mujeres a las que su maridos ni las miran. Deben tener el autoestima bajo. Pobres. Y el Chate sería uno de esos amantes clandestinos, que les hace sentir a las cosas dulces el respeto, la dedicación y la pasion que necesitan. “MMMM , riquísimo, como haces para tener cosas dulces y que duren? En mi casa no duran ni 5 minutos.”
Las actividades que hacemos no son muy dinámicas que digamos. No, no , no, todo lo contrario. Hay dos bandos: Los que quieren ver películas, y los que quieren jugar al TEG. O cuando no hacemos cualquiera de esas cosas, simplemente charlamos. Y las horas pasan. A veces cuando hay una sangria de por medio, la hilaridad de la charla aumenta. Las conversaciones son de todo tipo. Podríamos clasificarlas como hace el Código Civil: “De la Vida Misma”; “De cómo nos clavan en la Facultad”; “De cómo esa minita nos hace aca con solo pensar en ella, y cuando la llamamos para dejar de pensar en ella, nos deja peor”; “De la problemática Grupal”. Entre otros titulos. Los apéndices serían los chistes, y anécdotas graciosas que se entrecruzan entre tema y tema. Pero uno muy importante e imprescindible es “Cargar a la Comadreja” De cualquier forma, nos escuchamos y de vez en cuando hasta oficiamos de psicólogos.
Cuando nos damos cuenta, ya son las 7 de la mañana. “Que culiau! Yo me queria volver antes” empiezan los lamentos. “Kazmer, pedime un remis” “Yo me vuelvo caminando”.
Y con cara de orto, con las ultimas energias, dámosle un beso a la cara barbuda que pincha de Kazmer. Y la puerta se cierra a nuestras espaldas. Iniciamos el descenso por las escaleras de filme de narcos y policias que se persiguen-hacemos un chiste- y ya se ve el 5 estrellas esperandonos.
“Chicos!! Vuélvanme pronto!!!”.. . No te preocupes, en una semana nos tenes aquí de nuevo, digo para mis adentros.